- Axis Noticias
- 2025-07-06
Respiro para los ganaderos mexicanos
La reapertura de la frontera impulsa el comercio de carne
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- Por AXIS Noticias,
- 2025-07-01
- En México
El 1 de julio de 2025, los productores ganaderos de México recibieron una noticia que ilumina un sector golpeado por meses de adversidad: el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) anunció la reapertura gradual de la frontera para el comercio de ganado bovino, efectiva a partir del 7 de julio. Este paso, que pone fin a un cierre de casi dos meses debido a un brote de gusano barrenador, promete revitalizar un mercado que mueve cerca de 14,000 millones de pesos (700 millones de dólares) anuales. Sin embargo, el alivio llega acompañado de retos estructurales: desde los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump hasta el aumento en los costos de producción y la presión de un consumo interno en ascenso. En un contexto de tensiones comerciales y demandas ambientales, la industria cárnica mexicana enfrenta un momento decisivo para consolidar su posición en el mercado global y satisfacer las necesidades de un país donde la carne es un pilar de la dieta y la economía.
El impacto del cierre: Una industria bajo presión
El cierre de la frontera, decretado el 11 de mayo de 2025, respondió a la detección de casos de gusano barrenador (Cochliomyia hominivorax), una plaga que afecta al ganado y puede causar pérdidas devastadoras al infestar heridas abiertas en los animales. Durante este periodo, México dejó de exportar aproximadamente 650,000 cabezas de ganado, según estimaciones del Consejo Mexicano de la Carne (Comecarne), lo que representó una pérdida económica de alrededor de 14,000 millones de pesos. Los estados más afectados fueron Sonora y Chihuahua, que concentran el 60% de las exportaciones de ganado bovino a Estados Unidos, el destino principal para el 90% de estas ventas.
“El cierre nos dejó en una situación crítica. Tuvimos que mantener el ganado en corrales, con costos de alimentación y tratamientos sanitarios que se dispararon”, expresó Macarena Hernández, directora general de Comecarne.
La interrupción no solo impactó a los ganaderos, sino que también repercutió en los consumidores mexicanos. La acumulación de ganado en el mercado interno elevó los costos de producción, lo que se tradujo en un aumento del 8% en los precios de la carne de res durante el primer semestre de 2025, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Este encarecimiento, en un contexto de inflación del 4.8% anual en junio de 2025, ha mermado el poder adquisitivo de las familias, especialmente en un país donde la carne de res es un componente esencial de la dieta, con un consumo per cápita de 17 kilogramos al año.
Un sector en auge: Consumo y producción en 2025
A pesar de los desafíos, la industria cárnica mexicana ha mostrado una notable capacidad de adaptación. En el primer cuatrimestre de 2025, el consumo de carne en México creció un 7.7%, impulsado principalmente por la demanda de pollo (30 kg per cápita anual) y cerdo (16 kg per cápita), aunque la carne de res sigue siendo un símbolo cultural y económico. La producción también ha crecido, con un aumento del 2.5% que llevó al país a producir 2.1 millones de toneladas de carne de res y 1.8 millones de toneladas de cerdo, según datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER). Sin embargo, las exportaciones cárnicas cayeron un 7.6%, afectando especialmente a las carnes frías, el cerdo y el pollo, debido al cierre fronterizo y las restricciones comerciales.
México se consolida como el quinto consumidor per cápita de carne a nivel mundial, con un promedio de 65 kilogramos anuales por persona, superado solo por Estados Unidos, Argentina, Brasil y Australia. Este crecimiento en la demanda interna ha sido un salvavidas para los productores, pero también un desafío, ya que el país importa el 40% de la carne de cerdo que consume, principalmente de Estados Unidos y Canadá.
“El mercado interno es robusto, pero la rentabilidad depende de las exportaciones. Sin acceso a Estados Unidos, muchos productores operan al límite”, señaló Víctor Manuel Ochoa, presidente de Granjas Carroll de México, líder en la producción de cerdo.
La reapertura: Un paso hacia la recuperación
La reapertura comenzará con los puertos fronterizos de Agua Prieta/Douglas y Santa Teresa, permitiendo el ingreso de ganado proveniente de Sonora y Chihuahua, estados que han implementado rigurosos protocolos sanitarios, como fumigaciones, inspecciones y certificaciones del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica). La presidenta Claudia Sheinbaum destacó el logro en su conferencia matutina del 1 de julio:
“Hemos alcanzado un acuerdo con el USDA para reabrir la frontera. Es una gran noticia para nuestros ganaderos, pero seguiremos vigilando el comportamiento del gusano barrenador”.
Sin embargo, la reapertura será gradual. Puertos como Nogales y Ciudad Juárez permanecerán cerrados hasta que se evalúen otros estados productores, como Coahuila y Tamaulipas, lo que podría extenderse hasta el 15 de septiembre. Esta medida busca garantizar que no haya nuevos brotes de la plaga, que en el pasado ha causado pérdidas millonarias en ambos lados de la frontera. La Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas (CNOG) estima que la reapertura podría recuperar al menos el 50% de las exportaciones perdidas, equivalente a unos 7,000 millones de pesos (350 millones de dólares) en los próximos meses.
Retos comerciales: Aranceles y costos crecientes
El optimismo por la reapertura se ve empañado por la amenaza de los aranceles del 25% anunciados por la administración Trump, que podrían encarecer las exportaciones mexicanas y desatar una guerra comercial en el marco del T-MEC. Según un análisis de Citibanamex, estos aranceles podrían reducir el crecimiento económico de México en 0.5 puntos porcentuales en 2025, afectando especialmente al sector agropecuario, que representa el 15% de las exportaciones totales a Estados Unidos, valuadas en 50,000 millones de dólares en 2024.
Además, los productores enfrentan un aumento en los costos de producción, impulsado por el encarecimiento de los insumos. El precio del maíz, un componente clave en la alimentación del ganado, ha subido un 12% en 2025 debido a la sequía en el norte de México y la depreciación del peso, que cerró en 20.67 pesos por dólar en junio de 2025.
“Los costos de producción son un dolor de cabeza. Entre el alimento, los tratamientos sanitarios y los aranceles, la rentabilidad está en riesgo”, advirtió Ernesto Hermosillo, presidente de Comecarne.
El impacto ambiental y social: Un sector bajo escrutinio
Más allá de los aspectos económicos, la industria cárnica enfrenta críticas por su impacto ambiental. La ganadería es responsable del 14.5% de las emisiones globales de metano, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y en México ha contribuido a la deforestación en estados como Chihuahua y Sonora, donde se han perdido 150,000 hectáreas de bosque en la última década, según Greenpeace México. Organizaciones ambientalistas han instado al gobierno a implementar regulaciones más estrictas sobre el uso de la tierra y a promover prácticas sostenibles, como el pastoreo rotativo y la certificación orgánica.
En el ámbito social, el creciente interés por el bienestar animal está transformando el mercado. Una encuesta de la Mexican Beef Exporters Association reveló que el 15% de los consumidores mexicanos está dispuesto a pagar hasta un 20% más por carne certificada con Buenas Prácticas Pecuarias (BPP), que garantizan un trato ético a los animales. Empresas como Flor de Alfalfa y Carnes Orgánicas de México han capitalizado esta tendencia, ofreciendo productos con certificaciones que aseguran sostenibilidad y calidad.
“Un trato adecuado a los animales no solo es ético, sino que evita pérdidas de hasta 2 kilogramos de carne por animal”, señaló Rogelio Pérez, director de la Mexican Beef Exporters Association.
Implicaciones para el futuro: Oportunidades y desafíos
La reapertura de la frontera es una luz al final del túnel para los ganaderos mexicanos, pero no resuelve todos los problemas. La industria debe navegar un entorno económico volátil, con un peso mexicano debilitado y la amenaza de aranceles que podrían escalar las tensiones comerciales. Además, la creciente demanda interna obliga a los productores a equilibrar el mercado local con las exportaciones, mientras enfrentan presiones para adoptar prácticas más sostenibles.
En el corto plazo, la recuperación de las exportaciones podría aliviar la presión sobre los productores de Sonora y Chihuahua, pero el éxito dependerá de la capacidad del gobierno mexicano para negociar exenciones arancelarias en el marco del T-MEC. A largo plazo, la industria cárnica deberá invertir en tecnología y certificaciones para mantenerse competitiva en un mercado global que valora la sostenibilidad y la ética. La SADER ha anunciado un fondo de 2,000 millones de pesos para modernizar el sector ganadero en 2026, con énfasis en la sanidad animal y la trazabilidad, pero su implementación será clave para cumplir estas metas.
Un sector en la encrucijada
La reapertura de la frontera es un paso significativo para los productores de carne en México, pero también un recordatorio de la fragilidad de un sector que depende de la estabilidad comercial y la capacidad de adaptación. Mientras los ganaderos celebran esta oportunidad, deben prepararse para un futuro marcado por la incertidumbre económica, las exigencias ambientales y un consumidor cada vez más consciente. En un país donde la carne no es solo alimento, sino parte de la identidad cultural, la industria cárnica mexicana tiene el desafío de reinventarse para seguir siendo un motor de desarrollo en un mundo en constante cambio.